Desde niña mi fruta favorita fue disputada entre la grosella y el mango ciruelo. Ambas se comían con sal, en un encuentro casi perfecto del sabor: lo agridulce.
He realizado grandes caminatas en verano para encontrar la grosella, en Tumbes, caminaba 5 cuadras entre la Tarapacá y la Francisco Feijoó para llegar a la casa donde podía encontrar unas bolsitas con grosellas y sal, compraba dos, una para el camino de regreso,y otra para guardarla y comerla después de unas horas macerada en sal. El placer me duraba un largo tiempo, para volver a deleitarme con este sabor agridulce, ese que te escarapela el cuerpo.
Y mi otra fruta favorita: El mango ciruelo, el deleite siempre fue comerme 3 mango ciruelos de seguido, hasta sentir sensibles mis dientes y esperar para saciarme hasta el próximo reencuentro.

Mi primer trabajo en planilla, y esa estabilidad laboral tiene una relación perfecta y armoniosa con las maravillosas conversas que tenía con mi tía querida Julia en su cocina y el mango ciruelo.
Ahora, vivo en Piura, y caminar desde mi casa al mercado, solo para reecontrarme con 3 mango ciruelos, sigue siendo único, especial, placentero y personal.
La grosella es Tumbes y mi niñez; el mango ciruelo es Piura y mi vida hoy.
Ummmh!las grosellas que estrepitoso placer en mi boca!! Tú me enseñaste a comerlas querida!!!
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