viernes, 6 de julio de 2018

Entre grosellas y mango ciruelo, entre mi niñez y mi vida hoy.


 Desde niña mi fruta favorita fue disputada entre la grosella y el mango ciruelo. Ambas se comían  con sal,  en un encuentro casi perfecto del sabor: lo agridulce.

He realizado grandes caminatas en verano para encontrar la grosella, en Tumbes, caminaba 5 cuadras entre la Tarapacá y la Francisco Feijoó para llegar a la casa donde podía encontrar unas bolsitas con grosellas y sal, compraba dos, una para el camino de regreso,y otra para guardarla y comerla después de unas horas macerada en sal. El placer me duraba   un largo tiempo, para volver a deleitarme con este sabor agridulce, ese que te escarapela el cuerpo.

Y mi otra fruta favorita: El mango ciruelo, el deleite siempre fue  comerme 3  mango ciruelos de seguido, hasta sentir sensibles  mis dientes  y esperar para saciarme hasta el próximo reencuentro.

Después de mi niñez,  estas frutas siguieron siendo mis preferidas. Al regresar en vacaciones a Tumbes,  una de las primeras paradas era dirigirme a comer grosellas  al lugar de siempre,   regresar a mi casa comiendo grosellas y guardar el otro paquete esperando que macere. Que  placer tan exquisito. En el caso del mango ciruelo, el pacer siempre fue casual, un serendipity, ohh  que rico, estás aquí mango ciruelo: ¡¡¡¡Por favor,  véndame estos 3 ....!!!

Mi primer trabajo  en planilla, y esa estabilidad  laboral tiene una relación perfecta y armoniosa  con las maravillosas conversas que tenía  con mi tía querida Julia en su cocina y  el mango  ciruelo.

Ahora, vivo en Piura,  y caminar desde mi casa al mercado, solo para reecontrarme con  3 mango ciruelos, sigue siendo único, especial, placentero y personal.

La grosella  es  Tumbes y mi  niñez; el mango ciruelo es Piura y mi vida hoy.

1 comentario:

  1. Ummmh!las grosellas que estrepitoso placer en mi boca!! Tú me enseñaste a comerlas querida!!!

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